La lucha de la mujer por la igualdad la enfrenta con varios dilemas y la solución de ellos no siempre favorece su expectativa reproductiva. Es reconocido que se sigue beneficiando a los hombres en el mercado laboral y que si las mujeres logran tener estudios superiores y de posgrado pueden acceder mas rápidamente a un empleo y ser mejor pagadas.
En condiciones educativas similares los hombres tienen jornadas laborales más cortas, mayores ingresos y menos probabilidades de desempleo que las mujeres. Estas circunstancias han llevado a la mujer a buscar la mejor formación profesional. En promedio la duración de una carrera universitaria es de 5 a 6 años y los estudios de postgrado pueden tomar entre 1 y 6 años adicionales. Las carreras más largas son las del área de la salud; Los estudios básicos duran de 5 a 6 años, 1 año de servicio social obligatorio, 3 a 5 años para realizar una especialización y entre 1 y 2 años adicionales en una sub especialización. Es decir que se puede tardar entre 6 y 15 años para lograr un nivel académico que brinde las mejores oportunidades laborales pero para acceder a las mejores condiciones salariales podría tomar otros 4 o 5 años adicionales. La edad promedio de ingreso a la Universidad es a los 18 años. Se concluyen los estudios universitarios y de posgrado entre los 24 y 33 años y entre los 28 y 37 años se estaría logrado la estabilidad laboral y un mejor ingreso salarial.
Está comprobado que en las mujeres los óvulos envejecen y que se disminuye progresivamente su número de tal manera que se reducen las tasas de embarazo gradualmente a partir de los 30 años y se hace de manera significativa esa reducción a partir de los 35 años. Es aquí en donde el dilema de una mejor formación profesional y la búsqueda de los logros profesionales puede llevar a postergar los deseos reproductivos y de esa forma aumentar la probabilidad de ser infértil.
Afortunadamente la ciencia ha logrado la congelación de los óvulos (ovocitos) permitiéndole a la mujer moderna postergar sus deseos reproductivos y usándolos cuando ella lo considere prudente. Esta condición biológica de la mujer hoy es reconocida por las grandes compañías y por algunas compañías de seguros y apoyan e inclusive pagan los ciclos de congelación de ovocitos.
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