La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que la prevalencia de la infertilidad no ha disminuido en los últimos 20 años. Calcula que más del 10% de las mujeres en unión marital estable, durante por lo menos un año, serían infértiles y aquellas que se han expuesto a embarazo sin lograrlo durante 2 años tendrían una probabilidad 2.5 veces mayor. Por otro lado la OMS acepta que se desconoce la prevalencia de la infertilidad masculina.
El hombre podría ser el causante de la infertilidad o podría compartir factores con su pareja entre el 30 y el 50% de los casos; ésta es la razón por la cual el estudio adecuado de la pareja infértil debería involucrar tanto a las mujeres como a los hombres. La National Survey Family Growth (NSFG) considera que solo el 8% de las parejas infértiles en los Estados Unidos de América consultan y cerca del 30% de los hombres nunca completan el estudio.
Varias publicaciones han coincidido en afirmar que del 1 al 6% de los hombres infértiles tienen alguna enfermedad orgánica concomitante que incrementa el riesgo de mortalidad temprana pero hay muy pocas publicaciones que estudien y determinen el impacto emocional en los hombres durante los tratamientos de fertilidad.
Cuando las parejas inician los tratamientos, la mayoría tienen expectativas poco realistas con respecto al éxito y un número relativamente grande de parejas interrumpe los tratamientos por el estrés y les resulta muy difícil hacer frente a la frustración de no ser padres y a encontrar otra visión satisfactoria de la vida.
Los hombres que requieren de tratamientos especializados se sienten considerablemente más responsables de la infertilidad y menos contentos con su vida diaria y tienen una mayor carga de estrés.
Los momentos psicológicamente mas críticos durante los tratamientos son los siguientes:
Durante la estimulación ovárica
Durante la aspiración de los ovocitos.
En la espera del informe de la fertilización.
Durante la transferencia de embriones.
Mientras se espera el resultado de la prueba de embarazo.
Estos momentos de incertidumbre van acompañados de sentimientos ambivalentes, estrés emocional y sentimientos positivos como la esperanza y la confianza.
Cuando el hombre es el causante de la infertilidad, hay miedo y aumento de las quejas psicosomáticas y los afectados perciben los tratamientos, especialmente el FIV/ICSI, como una experiencia muy estresante. Durante la psicoterapia, los hombres infértiles a menudo reportan un sentimiento de culpa hacia su pareja, quién normalmente lleva la carga principal del tratamiento. Los hombres que tienen un mayor estrés emocional son aquellos que son más vulnerables a las situaciones de estrés en general y que afrontan las situaciones difíciles de forma pasiva y prefieren por ejemplo la resignación.
Un estudio longitudinal en 120 hombres infértiles encontró que los mayores niveles de estrés se correlacionaban con aquellos que tenían los parámetros de semen alterados. Además, estos hombres buscaron con menos frecuencia apoyo psicosocial que les ayudara a sobrellevar su condición.
Estos hombres infértiles tenían un menor deseo sexual ya que a menudo equiparan la potencia sexual con la fertilidad.
Habitualmente los tratamientos y cuidados se centran en la mujer porque, en ellas recaen los objetivos terapéuticos para lograr los embarazos. En cierta forma los hombres “sufren cierto abandono” y si el espermiograma es normal es mayor aún el “abandono”. Creemos que el hombre como parte integral de la pareja en tratamiento y/o como causa de un problema de fertilidad “debe ser algo más que un espermiograma” y en consecuencia recibir un apoyo y manejo multidisciplinario con un adecuado manejo nutricional, deportivo , psicológico y físico.
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